Altea es uno de los pueblos más bonitos de la costa mediterránea y la joya de la Costa Blanca.

Las casas blancas encaladas situadas en forma de móntículo y coronadas por la cúpula de la Iglesia son lo primero que llama la atención al llegar.

El pueblo se sitúa en medio de una bahía de aguas de un color azul intenso, situada entre Calpe y el faro de la Sierra Helada. Desde atrás, la Sierra de Bernia parece abrazar el pueblo y protegerlo del frío en invierno y de la lluvia, que queda retenida en la parte superior de la sierra.

altea

Quizá por su posición geográfica o gracias a esta frontera natural, en Altea se disfruta de un microclima la mayor parte del año. La temperatura del agua es agradable durante varios meses, llueve poco y, salvo algún temporal de levante de vez en cuando, hace sol y poco frío.

La luz en Altea es diferente, los colores se intensifican, el azul del cielo y del mar son más intensos que en otros pueblos de la playa, quizá sean los cantos rodados blancos de la playa o la proximidad de la sierra, pero es cierto que hay una luz especial y por eso en Altea se concentraron durante mucho tiempo un número importante de pintores y escultores. Altea se conoció, sobre todo en la década de los 70, por su ambiente bohemio. Los pintores atrajeron a otros intelectuales, artistas de todo tipo que venían del cine, de la música, la danza y la literatura.

Todavía hoy encontramos a muchos personajes populares vinculados al arte y el cine que pasean por sus calles.

¿Qué podemos hacer en Altea? Visitas recomendadas

El casco antiguo y la plaza de la iglesia

La primera recomendación es visitar el casco antiguo, las calles empedradas con el canto rodado que aporta el río Algar son estrechas y circulan entre casas de dos plantas pintadas de blanco y con geranios en las ventanas. Dejarse llevar serpenteando entre en entramado de callejuelas nos recuerda el pasado árabe de esta región, y nos descubre pequeñas tiendas de artesanía, restaurantes y galerías de arte hasta llegar a la plaza de la Iglesia rodeada de cafeterías y pequeños establecimientos donde disfrutar de un coctel. En la plaza hay un mirador desde el que podemos disfrutar de la vista de la Sierra Helada, declarada Parque Natural, que nos separa de Benidorm, con un estilo arquitectónico completamente distinto. Desde allí vemos el puerto y la playa que se extiende hasta la Sierra, donde ya es término municipal de Alfaz del Pi, conocido por su festival de cine.

La iglesia de Nuestra Señora del Consuelo

Esta iglesia restaurada en los años 70 con donaciones de los habitantes del pueblo, es conocida por la cúpula de azulejos de color azul intenso, como el mar y el cielo, y unos discretos dibujos blancos. Es el símbolo del pueblo y de la Costa Blanca. Merece la pena ser visitada.

La calle mayor

Si dejamos atrás el mirador, después de visitar la iglesia, podemos bajar las escalinatas de la iglesia y bajar por la calle mayor, la más turística y animada de esta aparte del pueblo, hasta del portal de entrada. La calle mayor baja hasta el arco de un portal de entrada, desde allí tenemos vistas sobre la Sierra de Bernia y la huerta. El paseo no termina ahí, podemos buscar otras callejuelas que nos devuelvan a la plaza y seguir explorando. Nos encontraremos con restos de la muralla, portales y placitas, restaurantes pintorescos, tiendas de moda y artesanía, rincones que se asoman al mar. También podemos bajar hasta el mar por las escalinatas de la calle “del maestre de la música”. Pasaremos por la “Plaça de l’aigua“, la plaza del agua, que guarda los restos de un antiguo aljibe y donde en verano se hacen conciertos al aire libre.

La playa y el raval marinero

Altea ha recuperado la playa del casco urbano que había desaparecido con los sucesivos temporales después de que se construyera el pantano de Guadalest. El río dejó de aportar sedimentos y con los años desapareció el perfil de la costa. Ahora, unos espigones artificiales de roca protegen la costa, y la playa está en pleno centro. Desde la desembocadura del río Algar hasta el puerto hay una playa de canto rodado pequeño y aguas cristalinas. El paseo hasta el puerto pasa por delante de lo que fue el raval marinero, las casas de pescadores, de las que aún se conservan unas cuantas.

El término municipal se extiende más allá del puerto, donde sigue la playa en dirección a la Sierra Helada, con más playas de agua limpia, restaurantes y chiringuitos.

La gastronomía

En Altea hay muchos restaurantes de todas las culturas que se mezclan en la población. Afortunadamente no han tenido éxito los restaurantes de comida rápida. En Altea se come bien en casi cualquier sitio a precios que se ajustan a todos los bolsillos. Hay muchos restaurantes populares en el paseo marítimo donde comer buenos arroces y pescado de la bahía.

La oferta cultural

Altea ha sido nombrada en 2019 capital cultural de la Comunidad Valenciana. La oferta cultural es variada y extensa, pero destaca por encima de todo el amor por la música. En todas las familias alternas hay alguien que forma o ha formado parte de la banda, la Filarmónica Alteanense.

Recomendamos visitar Altea porque es un buen lugar donde perderse, para pasear y leer, para disfrutar del mar y las actividades náuticas, para los amantes del arte y para comer un arroz alicantino y gozar de su gastronomía.

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Patricia

Una ex periodista apasionada por los viajes, Patricia encontró en este blog su plataforma ideal para implementar sus habilidades de escritura, mientras comparte su pasión. Suscríbete a estos artículos, te llevará a los rincones más maravillosos del mundo.